Todos los días Nasrudín iba a mendigar al mercado, y a la
gente le encantaba verlo hacer el papel de tonto con el siguiente truco: le
mostraban dos monedas, una que valía diez veces más que la otra. Nasrudín
siempre elegía la de menor valor.
La historia corrió por el condado. Día tras día, grupos de
hombres y mujeres le mostraban las dos monedas, y Nasrudín siempre se quedaba
con la de menor valor.
Hasta que apareció un señor generoso, cansado de ver cómo
ridiculizaban a Nasrudín de esa manera. Lo llamó a un rincón de la plaza y le
dijo:
- Cuando le
ofrezcan dos monedas, elija la de mayor valor. Así tendrá más dinero, y los
demás no lo considerarán un idiota.
- El señor
parece tener razón -respondió Nasrudín. -Pero si yo eligiera la moneda más valiosa, las personas dejarían de
ofrecerme dinero para demostrar que soy más idiota que ellas. Usted no sabe
cuánto dinero tengo reunido, usando este truco.
“No tiene nada de malo pasar por tonto, si en verdad lo que uno hace es
inteligente”
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