18 ene 2012

Me gusta andar de pelo suelto.


La siguiente historia me la conto mi compañero y amigo Miguel Peralta, me resulto muy curiosa al momento de escucharla y es por eso que el día de hoy se las quiero compartir, la historia va masomenos así:

Se dice que durante la Guerra de Vietnam, las fuerzas especiales en el departamento de guerra habían enviado a expertos para seleccionar a hombres de las reservas indias de América que fueran guerreros con talento, hombres jóvenes que se movieran bien sobre el terreno de guerra. Buscaban hombres con capacidades excepcionales, casi sobrenaturales. Antes de tratar de convencerles a unirse a ellos, eran cuidadosamente seleccionados por sus capacidades de rastreo y supervivencia.


Una vez de que formaban parte de las filas, algo increíble ocurría. Cualquiera que fueran sus talentos y capacidades en la reserva, parecía que misteriosamente desaparecían, y eso ocurría una y otra vez cada vez que se les seleccionaba.
Los fallos continuados llevaron al gobierno a contratar unas pruebas muy caras para dar con lo que estaba ocurriendo.
Al iniciar esas pruebas se vio que cuando se les preguntaba sobre su incapacidad para hacer aquello que se esperaba de ellos, los hombres mayores contestaban una y otra vez que eso se debía a sus cortes de pelo militares y que no podían “sentir” al enemigo, ni acceder a su “sexto sentido”, su “intuición” y que por eso sus sentidos no podían ser fiables, ni ellos podían “leer” las señales más sutiles, ni acceder a información extrasensorial de tipo sutil.


Así que el instituto que hacía las pruebas seleccionó a más rastreadores y les dejaba el pelo largo y les probaba en múltiples tareas. También compararon a dos hombres juntos que habían recibido los mismos puntos en todos los tests. A uno le dejaban el pelo largo y a otro le daban un corte de pelo militar. Luego a los dos hombres les volvían a valorar.
Una y otra vez el hombre con el pelo largo mantenía los mejores resultados. Una y otra vez, el hombre con el pelo corto fallaba en las pruebas en las que antes había mostrado buenos resultados.

Aquí está una prueba típica:
El seleccionado está durmiendo en los bosques. Un enemigo armado se aproxima cuando el hombre duerme. El hombre de pelo largo se despierta de su sueño con un fuerte sentido del peligro y se aleja antes de que el enemigo esté cerca, antes incluso de que se escuche al enemigo o su paso sea audible.

En otra versión de este test el hombre de pelo largo siente que algo se aproxima y de alguna manera intuye que el enemigo le atacará físicamente. Sigue su sexto sentido y se queda quieto pretendiendo dormir, pero rápidamente agarra a su atacante y le “mata” cuando éste intenta “estrangularle”.
Este mismo hombre, después de haber pasado esta  y otras pruebas similares, recibe un corte de pelo militar y empezaba a fallar constantemente en las pruebas que antes había aprobado.

Así que se recomendaba que todos los rastreadores indios estuvieran exentos de los cortes militares. De hecho, se requería que los rastreadores tuvieran el pelo largo.


Con esto los científicos concluían que el pelo era una extensión del sistema nervioso, que puede ser correctamente visto como “nervios exteriorizados”, un tipo de “hilos sensitivos” altamente evolucionados o “antenas” que transmiten una enorme cantidad de información al cerebro, al sistema límbico y neocórtex.

Ahora entiendo porque Sansón perdió su fuerza cuando le cortaron el pelo, y porque mi mama sabe cuando miento.

5 ene 2012

El Judas de Leonardo


Mucho se ha especulado acerca de la pintura  “La Ultima Cena” de Leonardo Da Vinci, mucha gente menciona que aparece María Magdalena en la pintura, muchos otros comentan que se alcanza a discernir la silueta de un bebe a un lado de judas, otros ponen mas atención a una extraña mano que aparece empuñando un cuchillo en dicha pintura, lo cierto es que jamás sabremos si todas estas teorías son ciertas o es solo nuestra mente jugándonos una broma mostrándonos solo lo que queremos ver. El día de hoy les traigo una anécdota que gira entorno a la realización de dicha pintura.

Se dice que cuando se supo que Da Vinci pintaría esta obra, cientos de personas se presentaron ante Leonardo para ser seleccionados. Da Vinci buscaba un rostro que mostrara una personalidad inocente, pacífica y a la vez bella. Buscaba un rostro libre de las cicatrices y los rasgos duros que deja la vida intranquila del pecado. Finalmente, después de algunos meses de búsqueda seleccionó a un joven de 19 años de edad como su modelo para pintar la figura de Jesús. Por 6 meses Leonardo da Vinci trabajó para lograr pintar al personaje principal de la obra.

Durante los 6 siguientes años, Da Vinci continuó su obra buscando a las personas que representarían a 11 apóstoles; dejando para el final a aquel que representaría a Judas, el apóstol que traicionó a Cristo por 30 monedas de plata. Por semanas estuvo Da Vinci buscando a un hombre con una expresión dura y fría. Un rostro marcado por cicatrices de avaricia, decepción, traición, hipocresía y crimen. Un rostro que identificaría a una persona que sin duda alguna traicionaría a su mejor amigo. Después de muchos fallidos intentos en la búsqueda de este modelo llegó a los oídos de Leonardo Da Vinci que existía un hombre con estas características en el calabozo de Roma.

Este hombre estaba sentenciado a muerte por haber llevado una vida de robo y asesinatos. Da Vinci viajó a Roma en cuanto supo esto. Este hombre fue llevado ante Da Vinci, este vio ante él a un hombre sin vida, un hombre cuyo maltratado cabello largo caía sobre su rostro escondiendo dos ojos llenos de rencor, odio y ruina. Al fin Leonardo Da Vinci había encontrado a quien modelaría a Judas en su obra. Por medio de un permiso del rey, este prisionero fue trasladado a Milán al estudio de Leonardo Da Vinci. Por varios meses este hombre se sentó silenciosamente frente a Da Vinci mientras el artista continuaba con la ardua tarea de plasmar en su obra al personaje que había traicionado a Jesús. Cuando Leonardo dio el último trazo a su obra se volvió a los guardias del prisionero y les dio la orden de que se lo llevaran. Mientras salían del recinto de Da Vinci el prisionero se soltó y corrió hacia Leonardo Da Vinci gritándole:

 "¡Da Vinci!! ¡Obsérvame!! ¿No reconoces quién soy?"

Leonardo Da Vinci lo observó cuidadosamente y le respondió:

 "Nunca te había visto en mi vida, hasta aquella tarde fuera del calabozo de Roma."

El prisionero levantó sus ojos al cielo, cayó de rodillas al suelo y gritó desesperadamente:

"¡Oh Dios! Tan bajo he caído!"

Después volvió nuevamente su rostro al artista y le gritó:

 "Leonardo Da Vinci!! Mírame nuevamente, pues, yo soy aquel joven cuyo rostro escogiste para representar a Cristo hace siete años!!!".