Mucho se ha especulado acerca de la
pintura “La Ultima Cena” de Leonardo Da
Vinci, mucha gente menciona que aparece María Magdalena en la pintura, muchos
otros comentan que se alcanza a discernir la silueta de un bebe a un lado de
judas, otros ponen mas atención a una extraña mano que aparece empuñando un
cuchillo en dicha pintura, lo cierto es que jamás sabremos si todas estas teorías
son ciertas o es solo nuestra mente jugándonos una broma mostrándonos solo lo
que queremos ver. El día de hoy les traigo una anécdota que gira entorno a la realización
de dicha pintura.
Se dice que cuando se supo que Da
Vinci pintaría esta obra, cientos de personas se presentaron ante Leonardo para
ser seleccionados. Da Vinci buscaba un rostro que mostrara una personalidad
inocente, pacífica y a la vez bella. Buscaba un rostro libre de las cicatrices
y los rasgos duros que deja la vida intranquila del pecado. Finalmente, después
de algunos meses de búsqueda seleccionó a un joven de 19 años de edad como su
modelo para pintar la figura de Jesús. Por 6 meses Leonardo da Vinci trabajó
para lograr pintar al personaje principal de la obra.
Durante los 6 siguientes años, Da
Vinci continuó su obra buscando a las personas que representarían a 11
apóstoles; dejando para el final a aquel que representaría a Judas, el apóstol
que traicionó a Cristo por 30 monedas de plata. Por semanas estuvo Da Vinci
buscando a un hombre con una expresión dura y fría. Un rostro marcado por
cicatrices de avaricia, decepción, traición, hipocresía y crimen. Un rostro que
identificaría a una persona que sin duda alguna traicionaría a su mejor amigo.
Después de muchos fallidos intentos en la búsqueda de este modelo llegó a los
oídos de Leonardo Da Vinci que existía un hombre con estas características en
el calabozo de Roma.
Este hombre estaba sentenciado a
muerte por haber llevado una vida de robo y asesinatos. Da Vinci viajó a Roma
en cuanto supo esto. Este hombre fue llevado ante Da Vinci, este vio ante él a
un hombre sin vida, un hombre cuyo maltratado cabello largo caía sobre su
rostro escondiendo dos ojos llenos de rencor, odio y ruina. Al fin Leonardo Da
Vinci había encontrado a quien modelaría a Judas en su obra. Por medio de un
permiso del rey, este prisionero fue trasladado a Milán al estudio de Leonardo
Da Vinci. Por varios meses este hombre se sentó silenciosamente frente a Da Vinci
mientras el artista continuaba con la ardua tarea de plasmar en su obra al
personaje que había traicionado a Jesús. Cuando Leonardo dio el último trazo a
su obra se volvió a los guardias del prisionero y les dio la orden de que se lo
llevaran. Mientras salían del recinto de Da Vinci el prisionero se soltó y
corrió hacia Leonardo Da Vinci gritándole:
"¡Da Vinci!! ¡Obsérvame!! ¿No
reconoces quién soy?"
Leonardo Da Vinci lo observó
cuidadosamente y le respondió:
"Nunca te había visto en mi
vida, hasta aquella tarde fuera del calabozo de Roma."
El prisionero levantó sus ojos al
cielo, cayó de rodillas al suelo y gritó desesperadamente:
"¡Oh Dios! Tan bajo he caído!"
Después volvió nuevamente su rostro
al artista y le gritó:
"Leonardo Da Vinci!! Mírame
nuevamente, pues, yo soy aquel joven cuyo rostro escogiste para representar a
Cristo hace siete años!!!".
Exelente historia
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