21 nov 2011

¿Crees en las hadas?


Hace poco me encontraba navegando por  Internet y me topé con la maravillosa historia de dos niñas fantásticas (con todo el sentido de la palabra),  Elsie Wright de 16 años y su prima Frances Griffith de tan solo 10, estas niñas fotografiaron hadas una tarde de julio de 1918, la historia va más o menos así.

Una tarde de julio de 1918, Elsie y su prima Frances, dijeron haber fotografiado hadas en el fondo de su jardín.
Elsie  pidió prestada a su padre la cámara fotográfica, ya que deseaba hacerse unas fotografías con su prima Frances junto al arroyo que había en el fondo del jardín. Quería enviárselas a una prima suya y el señor Arthur Wright, padre de Elsie, se la dejó, con la condición de que no se la estropearan.
Las niñas se marcharon muy contentas y cuando regresaron, algunas horas después, se la devolvieron intacta pero con unas cuantas impresiones marcadas en las placas.
Nada parecía indicar que las muchachas hubiesen hecho algo que no fuera jugar y divertirse como de costumbre. En la noche, el señor Wright se dedicó a revelar las fotografías y descubrió que en los clisés aparecían unas extrañas manchas blancas que se anteponían al rostro de Frances. Cuando le preguntó a Elsie qué creía que podía ser, ésta aseguró que eran sus amigas las hadas, el Sr. Wright se rió con la ocurrencia y las arrinconó pensando que las manchas podrían ser hojas o papeles arrastrados por el viento.



Transcurrido unos días, ya en el mes de agosto, la cámara fotográfica volvió a manos de las niñas y de nuevo el señor Wright se sorprendió al encontrar otra mancha blanca en el clisé. En esta ocasión, se veía a Elsie junto a lo que parecía ser un duende. Convencido de que las niñas pretendían tomarle el pelo, les prohibió volver a hacer uso de la cámara.
Con el tiempo, la historia de las fotografías de las hadas pasó al olvido, hasta que un día, al verano siguiente, la señora Polly Wright, muy aficionada al ocultismo, asistió a una reunión de la Sociedad Teosófica de Bradford, en la que, precisamente, se estaba debatiendo la existencia de las hadas.
Polly, recordó entonces las extrañas fotografías de su hija y sobrina, y lo comentó ante algunos asistentes que pronto tomaron interés en verlas.
En el Congreso de teosofía que se celebró poco después, dos de aquellas fotografías de hadas fueron pasando de mano hasta que Edward Gardner, uno de sus miembros más destacados, las consideró de vital importancia y llevó a la prensa para su publicación.


A la sazón, Gardner, que veía en el revelado de Arthur Wright poca calidad, creyó conveniente sacar nuevos negativos de los originales, y se los llevó al fotógrafo Fred Barlow, para que hiciera de ellas copias más claras y limpias.
Sir Arthur Conan Doyle, padre del famoso personaje de ficción, Sherlock Holmes, tomó interés en hacerse con las fotos y tras conseguirlas, escribió un artículo en el Strand Magazine, tratando el asunto de las hadas. La discusión, había comenzado en las calles.
Al principio, sir Conan Doyle, desconfiaba de las fotografías y por ello se las enseñó a sir Oliver Lodge, gran autoridad en las investigaciones psíquicas En Gran Bretaña, que las consideró un truco. Para él, aquellas figuras no eran más que “bailarinas vestidas de hadas.
Uno de los argumentos de los investigadores que tuvieron acceso a las fotos, y que negaban que pudieran ser ciertas, era el extraordinario parecido que tenía el peinado de las supuestas hadas con las modas parisinas del momento.
Sin embargo, para aquellos que las consideraban auténticas, el hecho de que las figuras aparecieran movidas, demostraban que las criaturas estaban vivas en el momento en el que se impresionaron en el clisé.
La empresa de fotografías, Kodak, decía que los clisés habían sido retocados por un hábil falsificador, pero para Conan Doyle, que visitó a la familia Wright, ya no cabía duda de que eran ciertas, a tenor de lo respetable y honesto que le habían parecido los señores Wright. Entre defensores y detractores, la balanza se inclinó a favor de los primeros y la prueba de la existencia de los “espíritus de la naturaleza”, quedaba demostrada con estas fotos.
Pero los detractores seguían siendo muchos y por eso Gardner entregó a las niñas, en agosto de 1921, unas cámaras fotográficas, con sus placas correspondientes, con la que realizar nuevas impresiones de las hadas. Elsie y Frances recibieron del teósofo un cursillo completo sobre profundidad de campo y tiempo de exposición, y la caza de elementales volvió a empezar. Pero lo que las niñas no sabían, era que las placas tenían marcas secretas, que impedirían cualquier truco o sustitución.
A los pocos días, Gardner recibió una carta de la señora Polly Wright, en la que decía: “El tiempo estuvo nublado y brumoso toda la mañana y no pudieron tomar fotos hasta la tarde, cuando se disipó la niebla y salió el sol. Así que las dejé y fui a tomar el té con mi hermana. Cuando volví quedé bastante desilusionada: sólo habían podido fotografiar a dos hadas”.


Las fotografías fueron de nuevo publicadas en el Strand Magazine, y la polémica volvió a reabrirse. Muchos afirmaban que las fotos no podían ser ciertas pues en ellas se veía a la “gente menuda” con un vestuario demasiado estereotipado. Gardner, en cambio, les replicó diciendo que las hadas de la tradición y las hadas observadas mediante la clarividencia aparecían siempre con las mismas vestiduras. “Lo sorprendente –Afirmaba- Sería que fueran diferentes”.
En una entrevista concedida a la BBC-TV, en 1971, Elsie, ya una anciana, declaró que las fotografías eran auténticas aunque ella no podía afirmar sobre la Biblia que las hadas estuvieran realmente allí, pero a principios de los años ochenta, el editor del periódico The British Journal of Photography, Geoffrey Crawley, publicó un artículo en el cual se afirmaba que Elsie y Frances habían confesado finalmente al periodista Joe Cooper, que al menos cuatro de las fotografías habían sido trucadas.
Muchos defensores de las fotos, afirmaron que esta declaración fue debida a que las dos mujeres habían recibido demasiadas presiones de la gente durante mucho tiempo, y que ese fue el motivo de la negación.



La verdad es un caso muy interesante, que me deja mucho que pensar, ya que falsas o no, no podemos negar que al leer esta historia por más escépticos que podamos ser, hay algo que nos mueve y nos hace de cierta manera creer.
La imaginación de estas niñas sobrepaso fronteras, las fotos han dado vueltas por todo el mundo, miles y miles de personas han visto y juzgado dichas imágenes, esto nos pone en tela de juicio en que si necesitamos ver para creer o creer para poder ver, esto me recuerda una historia contada por mi maestro asesor, sobre unas carabelas, pero esa es otra historia que después contare.
Pese a lo que se diga al respecto de estas fotos y de las niñas, si ellas llegaran conmigo y me dijeran que han visto hadas, yo les creería.

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